24 noviembre, 2019

Carta del Párroco:

De manera paradójica, el día en que celebramos a Cristo como Rey, se nos ofrece a los creyentes la imagen de Jesús reinando desde una cruz. Un Rey que establece su reino de justicia y paz a base de su propia sangre.
Hay en la cruz un mensaje que no siempre hemos escuchado los cristianos y es éste: Al hombre se le salva derramando por él nuestra propia sangre y no la de los otros.

¿Puede este Jesús crucificado decirnos algo válido, vivo, concreto a los que estamos viviendo envueltos por la violencia y el terrorismo?
¿Es el mensaje de la cruz inservible? ¿Es una utopía inútil y perniciosa recordar que desde la fe en el crucificado es más humano dejar- se matar por una causa que matar por ella? ¿No vamos a gritar nunca los creyentes nuestra fe con radicalidad?

Todos sabíamos que la violencia deshumaniza profundamente al que la práctica y que desata una lógica de violencia siempre mayor. Pero en estos momentos lo estamos comprobando con una crudeza y brutalidad desconocidas.
La violencia terrorista no parece tener ya límite ni control alguno. La ejecución inútil de un secuestrado, sin la mínima consideración de su vida, está más allá de toda violencia que se pretenda poner al servicio de una causa. Quien mata con esta frialdad se degrada como hombre y no puede ayudarnos a construir ninguna sociedad más humana.

Por otra parte, la exasperación y la agresividad van creciendo de manera incontenible. Hemos comenzado a escuchar palabras casi rituales de maldición sobre los asesinos. Se empieza a hablar de «guerra sucia» y de nueva ley del talión «vida por vida, secuestro por secuestro». Crece el deseo casi instintivo de aplastar el terrorismo por cualquier medio.

Pero, ¿es así como lograremos una convivencia más pacífica en nuesttro país? La violencia no queda erradicada sólo por haber sido aplastada por una violencia más poderosa. Una aparente victoria sobre el terrorismo a base de un terror mayor sólo generará nueva violencia y agresividad.

Jesús no ha creído nunca en la fuerza, la violencia o el terror como solución para establecer una sociedad más justa, libre y fraterna. Lo importante no es herir y aplastar al otro, sino desarmarlo como enemigo. Luchar por todos los medios para que la violencia no sea necesaria. Buscar toda clase de caminos para que el del terrorismo sea cada vez más injustificable.

Jesús muerto en la cruz en actitud de respeto total al hombre nos desenmascara e interpela a todos. No avanzaremos hacia una sociedad más humana si, para lograrla, comenzamos nosotros mismos por violar los derechos del hombre, pisotear su dignidad y destruir incluso su vida.

Pbro. Luis Fernando Sotelo Anaya
Párroco