21 julio, 2021

“La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando paz; y su fruto es la justicia”. (Stgo. 3,17-18)

El pensamiento está ligado a nuestra capacidad de existir. Cuando nuestra existencia va siendo un continuo vivir lleno de sentido, es porque nuestro pensamiento nos ha ayudado a descifrar lo que debe ser nuestra vida. Logramos alcanzar el fin para el que fuimos hechos, si dejamos que nuestro pensamiento nos guíe y oriente. Pero hay que tener en cuenta que el pensamiento se debe de ejercitar. Requiere de iluminación y crecimiento.

Y, sobre todo, el pensamiento necesita expandirse, a través del conocimiento, por la adquisición de la verdad y en el uso pleno de la libertad. Es por eso que al pensamiento jamás se le puede limitar su acción, su desenvolvimiento y sus expresiones. Entonces, la libertad de pensamiento es la que nos hace plenamente seres humanos. Pues nuestra capacidad de libertad al pensar, es el origen de toda civilización y cultura.

Cuando el pensamiento se ejerce libremente, es creador y significativo. Ayuda a fomentar las normas de convivencia y da la posibilidad de ser parte de una sociedad que actúe razonablemente y con responsabilidad. Es justamente en el ejercicio de la libertad interior que los seres humanos se pueden superar a sí mismos. Demostrando la capacidad de su espíritu creador. Y llegan a ser artífices de novedades que van marcando el ritmo de su existencia. Además de que por todo esto, saben dejar huella.

Es esto precisamente, lo que podemos constatar a través del arte y de las diferentes expresiones artísticas y culturales que la humanidad hoy conoce. Y es que, el pensamiento tiende por naturaleza a lo que es original, puro, bueno y bello. Por lo mismo, desde ahí se le debe cultivar, se le debe formar, se le debe elevar. Sólo en estas condiciones se puede ser capaz de adquirir y saborear, lo más noble y enriquecedor que nos ofrece la vida, y encontrarle un pleno sentido.

Llegamos a dar libertad a nuestro pensamiento, cuando podemos discernir serenamente sobre ciertos conceptos, ideas, situaciones y exigencias de la vida. Aprovechar lo bueno y hacer a un lado lo negativo. Y es, gracias a ésta libertad interior, que somos capaces de enfrentar la vida. Que podemos adquirir la entereza necesaria para superar la adversidad. Que adquirimos destrezas y habilidades para hacerle frente a lo que la vida nos depara.

Algo que es muy reconfortante, es saber que, como no hay límite a nuestra libertad interior, podemos vernos limitados físicamente por diversas circunstancias, pero no en nuestra capacidad de pensar y expresarnos. Pues el pensamiento es así, permanece libre y, en cierto sentido, autónomo. Como signo vital de la trascendencia que ejerce en nosotros.

Es así, como nuestro pensamiento es artífice y maestro de nuestra individualidad. Un ser con mente propia, con voluntad interior e integridad personal. Pues no hay nada más íntimo a nuestro ser, que nuestros pensamientos elaborados con plena libertad en la mente.

Por lo mismo, debemos convencernos de que cuanto mejor pensemos, más libres y auténticos seremos. Siendo de vital importancia que nuestro pensamiento permanezca libre, transparente y autónomo, para que logremos avanzar mejor en la vida.
P. Fernando Sotelo Anaya.