15 marzo, 2020

Carta del párroco
Son bastante las personas que, al abandonar las prácticas y ritos prescritos por la iglesia, ya no se comunican con Dios. Ha quedado rota toda relación con El. Está en comunicación con Dios no es buena, no hace a la persona más humana, me da fuerza para vivir. No ayuda a caminar por la vida de manera más sana. Por otra parte, es bueno recordar que hay muchos caminos para comunicarse con Dios, y no todos pasan necesariamente por la iglesia. Yo diría que hay tantos caminos como personas. Cada vida puede ser un camino para encontrarse con ese Dios bueno que está en el fondo de todo ser humano.

Dios es invisible. , dice la Biblia. Es un Dios escondido. Pero, según Jesús, ese Dios oculto se revela. No a los hombres grandes e inteligentes, sino a los , estén dentro o fuera de la iglesia.

Dios es inefable. No es posible definirlo y explicarlo con precisión. No podemos hablar con El con conceptos adecuados. Pero podemos hablarle a Él y, lo que es más importante, Él nos habla, incluso aunque no abramos nunca las páginas de la Biblia.

Dios es paciente y gratuito. No está obligado a nada. Nadie lo puede condicionar. Es Amor libre e insondable. Ningún hombre o mujer queda lejos de su ternura, viva dentro o fuera de una comunidad creyente. A veces, podemos captar su cercanía en nuestra propia sociedad. En el fondo, todos estamos profundamente solos ante la existencia. Esa soledad último sólo puede ser visitada por Dios. Si escuchamos hasta el fondo nuestro propio desamparo, tal vez recibamos la presencia del Amigo fiel te acompañe siempre. ¿ porque no abrirnos a Él? Otras veces, lo podemos encontrar en nuestra mediocridad. Cuando nos vemos obligados por el miedo o amenazados por la depresión y el fracaso, Él está ahí. Su presencia es respeto, amor y comprensión. ¿Porque no invocarle? Podemos intuir lo Incluso en nuestras dudas y confusiones. Cuando todo parece tambalearse y no acertamos ya a creer en nada ni en nadie, queda Dios. En medio de la oscuridad puede brotar la claridad interior. Dios entiende, ama, lo conduce todo hacia el bien ¿Por qué no confiar en Él? Dios está también en Las mil esperiencias positivas de la vida. En el hijo que nace, en la fiesta compartida, en el trabajo bien hecho, en el acercamiento íntimo de la pareja, en el paseo que relaja, en el encuentro amistoso que renueva. ¿Por qué no elevar el corazón hasta Dios y agradecerle el don de la vida?.

Hemos de recordar aquella verdad qué decía el viejo catecismo: <>. Está siempre, está en todo. Nadie está olvidado por tu amor de Padre, todos tienen acceso a Él por medio de su hijo, en todos habita su Espíritu. Dios es un regalo para quien lo descubre. <>

Pbro. Luis Fernando Sotelo Anaya
Párroco