29 junio, 2025
Comparte en tus redes

La Iglesia que conocemos hoy entre nosotros se nos ofrece como una organización sociológica que abarca a todos los ciudadanos que son registrados como bautizados a los pocos días de su nacimiento.

No es facil ver en ella a la comunidad de los que han descubierto el evangelio, han creído con gozo en Jesucristo salvador e intentan vivir desde las exigencias y la esperanza del mensaje de Jesús.

La Iglesia ha venido a ser en nuestra sociedad una institución de la que no se puede decir que sea el conjunto de hombres y mujeres que se esfuerzan por vivir de acuerdo con el evangelio.

La pertenencia a la Iglesia no se debe a que una persona haya descubierto a Jesucristo y se convierta a la fe, sino, sencillamente, a que ha nacido en una familia de bautizados. En consecuencia, los miembros de la Iglesia no son necesariamente los convertidos al evangelio, sino los nacidos en determinados países «cristianos» o en determinados grupos sociológicos. De esta manera, la Iglesia deja de ser la comunidad de convertidos a Jesús y se configura como la masa de bautizados que piden con mayor o menor frecuencia unos servicios religiosos.

Necesitamos caminar desde una Iglesia entendida como un mero hecho sociológico, hacia una Iglesia entendida como la comunidad de los que viven esforzándose por seguir a Jesucristo.

Necesitamos comunidades cristianas en las que las exigencias del evangelio sean bien conocidas y claramente propuestas. Comunidades de hombres y mujeres que saben muy bien a qué se comprometen cuando deciden libremente entrar a formar parte de la comunidad cristiana.

Comunidades en las que todos se sientan responsables y protagonistas de la misión evangelizadora de la Iglesia. Comunidades no separadas ni disociadas las unas de las otras, sino estrechamente relacionadas y unidas para hacer presente también hoy la fuerza del evangelio en nuestra sociedad.

¿No son éstas algunas de nuestras necesidades más urgentes en estos momentos? Nuestra Iglesia diocesana así lo ha entendido. Durante dos días, más de ciento cincuenta creyentes de Guipúzcoa, de entre ellos casi un centenar de seglares, se han reunido alrededor del Obispo para reflexionar juntos sobre el modelo de Iglesia que debemos buscar y los pasos concretos que debemos dar.

Es sólo un signo modesto de una Iglesia que busca renovarse y convertirse en la comunidad que Jesús quiso construir sobre Pedro, portador fiel de u evangelio.

P. Fernando Sotelo Anaya