21 mayo, 2023

El hombre contemporáneo no sabe cómo morir. Ya no acierta a vivir la muerte desde la fe religiosa de hace algunos años, pero todavía no ha aprendido una actitud nueva y digna ante el propio morir.

Hay quienes mueren de manera solitaria. Viven para sí solos y mueren para sí solos. Son personas que, al perder el sentido hondo de la vida, han perdido también el sentido de la muerte. Mejor morir de manera rápida e inconsciente.

Hay también quienes esperan la muerte como la extinción definitiva de todo. No es fácil. La muerte no deja de ser un misterio. El último y más decisivo. Por eso, se viven los últimos momentos buscando al máximo la distracción. Enfermo y familiares hablan de todo, se ocupan de mil detalles. Nadie se atreve a afrontar lo inevitable.

Algunos parecen adoptar una actitud entre nihilista y escéptica. Es famosa la frase de Rabelais ya moribundo: Me voy a buscar el gran «quizá». Algo semejante. Se piensa que, tal vez, haya algo después de la muerte, pero no se sabe cómo adentrarse hacia ese gran «quizá».

H. Küng sugería hace unos años que tendría que darse otra vez algo así como un «ars moriendi» (un arte de morir), no al estilo de aquellos libros difundidos en las épocas de grandes epidemias y en el ambiente fúnebre de la baja Edad Media, pero sí un «arte de morir» impregnado de sentido humano. ¿Por qué no va a ser posible morir de una forma distinta, no sin dolores y preocupaciones, pero sí desde una confianza básica?

Personalmente estoy convencido de que no hay una manera más humana de morir que la de quien se despide dando gracias por la vida (a pesar de todo lo malo) y pidiendo perdón por tanta mediocridad y miseria que lleva uno consigo. Más aún. Pienso que toda persona, cualquiera que haya sido su trayectoria religiosa o moral, puede morir abandonándose confiadamente al Misterio último de la existencia.

El creyente vive esto desde la fe en Dios. No se abandona a la oscuridad, al vacío o la nada. Se confía a un Padre. En El está la última verdad. «El es el único que me ama tal como soy. Vuelvo a El. Ahora seré plenamente comprendido, liberado de la culpa, definitivamente aceptado y perdonado.»

Esta fe no elimina sin más el temor o la oscuridad. Pero pone sentido, luz y esperanza en el morir del ser humano. «Cuando se quiebran todas las garantías, soportes y puentes con los que tratamos de asegurar nuestra vida, cuando no encontramos suelo ninguno bajo nuestros pies y nos hundimos en la inconsciencia total, cuando ya no podemos tener relaciones con ningún semejante y ningún semejante con nosotros, entonces la fe se revela como lo que, por su propia naturaleza, siempre es o debería ser: un abandono exclusivamente a Dios» (Heinz Zahrnt).

La Ascensión no es sólo la fiesta de la esperanza cristiana. Es una fiesta que nos invita a todos a dar un sentido más humano y esperanzado a nuestro morir.

Fraternalmente

Pbro. Luis Fernando Sotelo Anaya

Párroco


Aviso

El día Sábado 27 de Mayo a partir de las 8:00 pm vamos a iniciar la Vigilia de Pentecostés, con el fin de preparar nuestro corazón y nuestro espíritu para que haya una renovación en nuestras vidas del Espíritu Santo que se nos dio en el bautismo. Están todos invitados. Es oración, cantos enseñanzas y Eucaristía.