10 julio, 2022

El ser humano está hecho para amar y ser amado. Nadie lo pone en duda. Su deseo más hondo es vivir en comunión. Sólo que lo olvidamos una y otra vez. Entonces, esa necesidad de vivir amando queda oscurecida, deformada y desviada por mil problemas, preocupaciones y centros de interés.

El amor es algo constitutivo de la persona. A quien le falta capacidad de dar y recibir amor le falta lo esencial. Podríamos decir que está «enfermo». Por eso, una persona inteligente, activa y eficaz, sin capacidad de amar, da miedo. Un individuo hábil y poderoso, insensible al amor, es un peligro.

Siempre nos sucede lo mismo. Queremos ser independientes, salvaguardar a toda costa nuestra pequeña felicidad sin depender de nadie, ser dueños de nosotros mismos y de nuestra vida. Buscamos nuestro propio interés y terminamos viviendo en una especie de túnel construido con nuestros problemas, inquietudes y fantasmas. El erotismo, la diversión y todas las formas de evasión no logran liberarnos de un malestar clavado en el fondo de nuestro ser: nos falta lo esencial.

La experiencia nos lo dice muy pronto, a veces a gritos, a veces de manera callada pero persistente. Sin amor, la vida se seca, la alegría se apaga. Es difícil crecer y sentir plenitud cuando sólo se vive en función de uno mismo. La persona no sabe muy bien qué le está pasando, pero no se siente a gusto: vive sola, encerrada en sus cosas, en un aislamiento estéril.

Nunca destacaremos lo suficiente el acierto de Jesús al recordamos lo esencial de la vida y de toda religión: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo». De esto depende todo. Esto es siempre lo esencial y decisivo.

«Amarás a Dios». No se dice creerás en Dios, le respetarás, lo temerás, le obedecerás, le rezarás… Lo primero y esencial es otra cosa: lo acogerás con amor, le abrirás tu ser, te enamorarás de él. No te sentirás juzgado o controlado, sino enamorado. Cuando falta amor a Dios la religión queda fosilizada.

«Amarás a tu prójimo». No te apropiarás de las personas para tu utilidad, disfrute o poder. Vivirás acogiendo, acompañando, sirviendo, dando y recibiendo amor. Sin esto la vida queda mutilada y pervertida. Es la convicción más profunda de Jesús.
Pbro. Luis Fernando Sotelo Anaya
Párroco