Carta del Párroco
Estamos celebrando estos días la encarnación de Dios en un niño pequeño y frágil, como todo ser mortal que se asoma a esta existencia nuestra.
Naturalmente, vivimos tan distraídos con nuestros problemas diarios y tan acaparados por las mil cosas de cada día que apenas nadie presta atención a este Dios ni se interesa por acercarse al misterio que en El se encierra.
Ni siquiera a los cristianos les sorprende ya hablar de un Dios Niño y apenas nadie sospecha que ese Dios nacido en Belén significa una verdadera “revolución religiosa”.
Los hombres han buscado siempre a Dios en lo sublime y poderoso. En todas las religiones la divinidad aparece aureolada de poder omnipotente. La fenomenología religiosa nos enseña que la nota suprema y específica de lo sagrado es el poder (G. van Leuw).
Sin embargo, este Dios Niño se nos presenta impotente y débil y sólo así está junto a nosotros y nos salva. En el rostro tierno e indefenso de este Niño, descubrimos asombrados que Dios no es el poderío y la fuerza que nosotros sospechamos, sino un misterio de amor sin intrigas, de ternura sin mentira, de entrega sin cálculos.
La omnipotencia de Dios está en el extremo opuesto de ese poderío oscuro que atribuimos nosotros a Dios de manera primitiva, proyectando falsamente en El nuestros deseos de poder. La omnipotencia de Dios es algo radicalmente distinto pues es la omnipotencia de quien sólo es amor y no puede sino amar. Dios no puede manipular, humillar, abusar. Es amor y sólo puede amar.
Basta un poder muy pequeño para atacar, destruir y dañar. Pero se necesita un poder grande para acoger, respetar, perdonar. La potencia de Dios se revela en la debilidad. Dios es grande y no necesita defenderse de los hombres. Es fuerte y no necesita exhibir su fuerza. Es sublime y no necesita exaltar su poder.
Recordar todo esto no es algo superfluo pues la idea de un Dios de poder suele ir unida a un determinado modo de entender y vivir la religión. Siempre que las iglesias han malentendido la omnipotencia de Dios exaltando falsamente su poder, han fomentado el fanatismo, la intolerancia, la represión moral y el terror religioso.
Sólo cuando descubrimos el verdadero rostro de Dios que se nos revela no en el poderío sino en el amor humilde y respetuoso a los hombres, podemos despertar en el corazón de las gentes una fe gozosa, confiada, agradecida a ese Dios que, para alegría nuestra, sólo es amor y gracia.
Fraternalmente
Pbro. Luis Fernando Sotelo Anaya
Aviso: Cada año la Diócesis promueve entre los fieles la campaña del Diezmo, con lema “Con tu ayuda la obra de Dios continua”, nuestra misión como Iglesia es que el Evangelio de respuesta no solo a nuestra necesidades Espirituales, sino también materiales. Las fecha para recolectar la Colecta de este 2024 serán los días Sábado 14 y Domingo 15 de Diciembre, aunque se prolongará todo el mes de Diciembre, Enero y Febrero del 2025. Recuerden que con Diezmo cubrimos las necesidades de Evangelización. Dios abra sus corazones y nuestra parroquia podamos apoyar a nuestra Arquidiócesis. De antemano mi agradecimiento adelantado.