Carta del Párroco:

Durante estos años he podido compartir de cerca el duro camino de la separación de esposos que un día se quisieron de verdad. Los he visto sufrir, dudar y también luchar por un amor ya desaparecido. Los he visto soportar los reproches, la incomprensión y el distanciamiento de quienes parecían sus amigos. Junto a ellos he visto también sufrir a sus hijos.
No es del todo cierto que la separación de los padres cause un trauma irreversible a los hijos. Lo que les hace daño es el desamor, la agresividad o el miedo que, a veces, acompaña a una separación cuando se realiza de forma poco humana.
Nunca se debería olvidar que los que se separan son los padres, no los hijos. Estos tienen derecho a seguir disfrutando de su padre y de su madre, juntos o separados, y no tienen por qué sufrir su agresividad ni ser testigos de sus disputas y litigios.
Por ello mismo, no han de ser coaccionados para que tomen partido por uno u otro. Tienen derecho a que sus padres mantengan ante ellos una postura digna y de mutuo respeto sin denigrar nunca la imagen del otro; a que no los instrumentalicen para obtener información sobre su conducta; a que no los utilicen como «armas arrojadizas» en sus combates.
Es mezquino, por otra parte, chantajear a los hijos para ganarse su cariño con regalos o conductas permisivas. Al contrario, quien busca realmente el bien del niño le facilita el encuentro y la comunicación con el padre o la madre ya que no vive con él.
Los hijos tienen, además, derecho a que sus padres se reúnan para tratar de temas referentes a su educación y salud, o para tomar decisiones sobre aspectos importantes para su vida. La pareja no ha de olvidar que, aun estando separados, siguen siendo padres de unos hijos que los necesitan.
Conozco los esfuerzos que hacen no pocos separados para que sus hijos sufran lo menos posible las consecuencias dolorosas de la separación. No siempre es fácil ni para quien se queda con la custodia de los hijos (qué agotador ocuparse a solas de su cuidado), ni para quien ha de vivir en adelante separado de ellos (qué duro sentir su vacío). Estos padres necesitan, en más de una ocasión, un apoyo, compañía o ayuda que no siempre encuentran en su entorno, su familia, sus amigos o su Iglesia.
Curiosamente, en el texto evangélico de hoy, el redactor ha unido dos episodios diferentes: la enseñanza de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio y su acogida a los niños en contra de la reacción de sus discípulos.
Fraternalmente
Pbro. Luis Fernando Sotelo Anaya
Párroco
Aviso
Los días 16 y 17 de Noviembre tendremos nuestra Kermes anual, la cual se llevará a cabo el La “Copa Cabana”, tendremos como siempre las ricos antojitos mexicanos, juegos, y sobre todo nuestra rifa. Estaremos rifando igual que los últimos dos años 1.- premio $30,000 pesos, 2.- premio $20,000 pesos y 3.- premio $10,000 pesos y el Boleto tiene costo de $30 pesos