29 diciembre, 2021

No es fácil comenzar el año nuevo. Lo desconocido inquieta, no sabemos lo que nos traerá. Por eso lo festejamos de manera ruidosa: ya no es sólo la cena de Nochevieja y las ofertas especiales de las cadenas televisivas; son cada vez más los que comienzan el año echando cohetes o haciendo explotar petardos. También los antiguos romanos metían ruido para ahuyentar los malos espíritus al inicio del año. Pero se puede comenzar el año en silencio. Es, sin duda, la manera más lúcida de adentrarnos en el misterio de ese tiempo que no podemos detener y que constituye nuestra vida.

No es difícil recordar el año que se va: hemos vivido alegrías y sinsabores, hemos hecho cosas buenas y hemos cometido errores; nos hemos encontrado con personas nuevas; hemos amado y sufrido; algo ha crecido en mí y algo se ha apagado. Esa es mi verdad, ese soy yo. Si en algún rincón de mi alma sigue viva una pequeña fe, puedo agradecer, pedir perdón y confiar en ese Misterio que los creyentes llaman Dios.

Llega ahora un año nuevo. Lo nuevo no sólo inquieta, también tiene su atractivo. Lo nuevo es algo intacto, inédito, lleno de posibilidades: produce un placer especial conducir un coche nuevo, escuchar por primera vez un compacto, estrenar una prenda de vestir. Pero, ¿qué puede haber de realmente nuevo en el año que comienza? Tal vez, lo que más novedad puede introducir en nuestra vida es nuestra manera de vivirla.

¿Puedo ser yo un «hombre nuevo», una «mujer diferente»? ¿Se pueden despertar en mí ideas y sentimientos nuevos? ¿Puedo recorrer caminos no transitados, encontrar gestos nuevos, amar con nueva ternura, acercarme a Dios con corazón renovado? No hace falta que lo cambie todo. En realidad, lo nuevo está ya en germen dentro de mí. Lo importante es que viva atento a lo mejor que hay en mi corazón acogiendo aquello que me puede hacer crecer. Por eso, es bueno que nos deseemos mutuamente un Año Nuevo feliz, pero es mejor todavía que nos preguntemos: ¿qué deseo realmente para mí?, ¿qué es lo que necesito?, ¿qué busco?, ¿qué sería para mí algo realmente nuevo y bueno en este año que comienza?
P. Fernando Sotelo Anaya.