1 abril, 2022

Tuvimos la celebración eucarística en nuestro callejón.
La gente empezó a llegar alborozada, la alegría se veía en nuestros rostros, algunos teníamos ya dos años sin vernos, sobre todo a las personas mayores, por su condición de resguardo. En algunos de ellos se les vieron sus ojos humedecidos ante la emoción de reencontrarse con los vecinos; vecinos de tantos años de amistad y convivencia.

Se sentía el júbilo, nos encontrábamos como en una fiesta, y efectivamente era una fiesta, pues se celebró la Eucaristía a la orilla de la calle: en una humilde mesa, el cuerpo y la sangre de Cristo se hicieron presentes, ángeles del cielo bajaron al lugar y estuvieron a nuestro lado en tan solemne momento, las luces del cielo vinieron a iluminar tan grandiosa ocasión. Estábamos a la intemperie, la bóveda celeste era nuestro techo.

Los ancianos, los adultos, los jóvenes y los niños, se acercaron a recibir a Jesús Eucaristía.
Nos sentíamos dichosos, otra vez estábamos juntos y Jesús reinaba en medio de nosotros.
Todo fue celebración, sonrisas, saludos e inmensa emoción.

Recibimos con gran cariño, esta obra que realiza nuestro sacerdote el Padre Fernando, nos trae la esperanza para seguir adelante como comunidad, sobre todo a los de juventud avanzada, que se sentían tan sin ánimo, por los tiempos que vivimos.

Nos hemos reencontrado, como iglesia que somos.

¡¡ Bendito sea Dios!!

¡¡ Bendito sea su Santo Nombre!!

¡¡ Bendita sea María, madre de Dios y madre nuestra!!